3 días 15 horas 9 minutos. Una maleta de 23 kilos y una mochila. Son tantas cosas las que dejas atrás que no sabes si quiera si llevarte algo.
No es la primera vez que dejo mi país, mi ciudad, mi casa y mi familia... pero esta vez lo siento distinto. Esta vez es más intenso, más palpable... será la edad, la madurez, que te hace más consciente de tus decisiones? Será que en algún recoveco de tu ser no estás segura de saltar? Siempre hay dudas. Siempre hay preguntas. Siempre hay miedos. ¿Saldrá bien? ¿Y si no consigo adaptarme? ¿Cómo llevaré el idioma? ¿Conoceré a gente? ¿Sabré buscarme la vida?
Los cambios siempre desequilibran un poco, pero a veces hay que desequilibrarse para vivir en equilibrio.
Llamadme romántica, espiritual, esotérica o chalada de la cabeza... pero personalmente no creo en las casualidades. Creo que todo tiene razón de ser, todo pasa por algo. Creo en la Sincronicidad del Universo y en el Destino, pero aquél que se forja uno mismo. Creo que el Universo es como un Mago, nunca llega tarde, ni pronto; llega exactamente cuando se lo propone. Sólo debes saber qué quieres y a dónde quieres llegar y lo demás llegará en su justo momento.
Por eso, pese a las dudas, los nervios y los miedos... salto. Decido saltar al vacío y confiar en que mis alas me sostendrán allá donde quiera que vuele. Decido poner un pie en el Camino, pese a no saber a dónde me llevará... porque sólo se hace Camino al andar.
Ya no existen ni buenas ni malas decisiones, sólo existen decisiones genuinas, verdaderas. Para mí es suficiente confiar en que lo que hago... es auténtico.
Sólo aquél que vaga encuentra nuevos caminos, pues no todo aquél que erra anda perdido.