A veces me canso de esta realidad material. Me canso de ver, de oir, de sentir este mundo. Me canso de mirarme al espejo y no verme. Me canso de hablar y no escuchar lo que realmente se encierra dentro de mí. Me canso de los límites, me canso de los juicios, me canso del bien y del mal. Me canso de los pensamientos preestablecidos, me canso de la sociedad, me canso de "tener que ser" y no "ser", en cambio. Me canso de las falsas sonrisas, de los cumplidos y de las emponzoñadas cortesías. Me canso de las obligaciones y los deberes. Me canso de vivir en una sociedad podrida cuyo único motor es el interés propio. Me canso de la perfección, me canso de la rutina, me canso de sentirme encorsetada en una realidad que no me representa. Me canso de la falsedad, de las mentiras y de las medias verdades. Me canso de las cosas y personas sin alma. Me canso de los zombies y de los vampiros. Me canso de la hipocresía y del egoísmo. Me canso de tener el pasado enganchado en la espalda y el futuro huyendo de mí. Me canso de esta realidad entumecida. Me canso de la falsa libertad y de la esclavitud encubierta. Me canso de las invisibles cadenas que asfixian la esencia del alma. Me canso. Cierro los ojos. Desaparezco. Y el juego se reinicia.

Mire Taurendilmë
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