lunes, 11 de diciembre de 2017

Las intrépidas aventuras de Mire la Au Pair. Pesadilla en Bienengarten Street. Ep. II

Martes, 21 de noviembre – Viernes 24 de noviembre. Koblenz

Como ya tenía la experiencia del día anterior y ese día sería el padre quien llevaría a los niños al Kindergarten, todo fue mucho mejor. No tuvimos ningún problema y llegamos pronto al cole. Cuando llegué a casa limpié lo que me pertocaba rápidamente para poder ir a a explorar la ciudad y conocer el sitio que sería mi nuevo hogar. Para mi no-sorpresa, cuando estaba aspirando, la mujer apareció y me dijo: “Ah, también tienes que aspirar al lavabo, las escaleras y el piso superior. Cada día. Si tienes tiempo también tienes que ordenar la cocina y recoger lo del desayuno.” -Eso de “si tienes tiempo” es un “como tienes tiempo libre, puedes hacerlo”. Intenté tomármelo con filosofía y lo hice lo más rápido posible, pero aún así me llevó más de una hora. No pensaba quedarme ahí, así que me fui a la ciudad, ni que fueran solo 30 minutos valdría la pena. Y así hice. Cuando llegué a la ciudad, me di una vuelta y a los 15' tuve que coger el bus de vuelta.
El día iba bastante bien, los niños estaban tranquilos y los mantenía entretenidos. Yo estaba con ellos en el comedor, el padre trabajaba en la mesa con el ordenador para vigilarme y la madre se encontraba en el despacho. Todo empezó a ir mal cuando la madre venía mientras estábamos jugando y se llevaba a uno de los niños o les hacía jugar con otras cosas y después se iba. Entonces se empezaron a alborotar, a estar aburridos y a querer ir con su madre. -Y yo me pregunto, para qué maldiciones vienes a distraerlos si están entretenidos? Total, que el niño pequeño- el más aferrado a la madre- fue al despacho, para buscarla, así que fui detrás de él e intenté que saliera de ahí, pues sabía que la madre no quería que la molestaran. De pronto, cogió al niño, se lo sentó encima y le dijo con una dulce pero macabra voz: “Ya sabes que esta habitación no es para niños. Sólo están permitidos padres y madres, ni niños ni au pair-Mädchen. Sólo papá y mamá.” Qué queréis que os diga, yo eso lo vi como una directa, así que en vez de esperar dentro de la habitación me salí fuera y esperé en la puerta. La madre dejó al niño en el suelo y éste se fue a sentar en una silla. Recuerdo perfectamente a la madre mirando al horizonte y, de pronto, levantándose y cogiendo bruscamente al niño, zarandeándolo y chillando: “¡¿Es que no puedo trabajar tranquila?! ¡Tengo muchas cosas que hacer y vosotros estáis molestando todo el rato! ¡Estoy harta! ¡Tengo que trabajar! Entró en el comedor a y lanzó al niño en los brazos del padre. Acto seguido empezó a atacarlo chillando: “¡Tú estás muy tranquilo y yo no puedo hacer nada! ¡Tenemos una au pair y estamos peor que cuando no estaba!” De pronto, agarraos a vuestros asientos, se tiró al suelo a patalear y a chillar como una auténtica histérica. Los niños intentaron ir a ella y los apartó diciéndoles que no quería saber nada de ellos, así que se fueron llorando detrás de un armario. El padre mantenía la calma y no decía nada, sólo me miraba con cara de lástima. - Supongo que vio el asombro en mis ojos. Sólo me dijo: “vamos a preparar la cena ya y nos vamos a dormir.”

POR FAVOR, TOMAOS UN MOMENTO PARA IMAGINAROS A UNA MUJER DE UNOS 36 AÑOS TIRADA EN EL SUELO CHILLANDO COMO UNA HISTÉRICA. ES QUE ES DE PELÍCULA DE CIENCIA FICCIÓN.

Intenté hablar con los niños, pero tenían un disgusto encima que no había quien los consolara, hasta que la madre, de súper buen humor, se levantó del suelo y fue a buscarlos. Se escondió con ellos y les dijo: “¿somos amigos, a que sí?” Y se fue a sentar a la mesa. - A mí casi me da un ataque, estaba claro que la mujer es bipolar. Que conste que no tengo nada en contra de los bipolares, pero eso se avisa y una se lo toma de otra manera.-El padre y yo habíamos sacado algo para cenar y, cuando nos dispusimos a cenar la madre estaba tan feliz, hablando de todo y comentándole al padre que yo había ido a la ciudad esa mañana. De pronto le dijo al niño mayor: “perdona por chillar” a lo que el padre saltó: “creo que a quien deberías pedir perdón es a mí y a Mireia” a lo que ella respondió: “No, ¡no lo creo! y, sonriendo, empezó a comer.” Yo creo que el padre y yo estábamos en un nivel parecido de alucine, yo no cabía en mi asombro y ya estaba pensando en coger las maletas y salir de ahí esa misma noche.

Para amenizar la noche, antes de comer, la madre empezó a cantar y quiso que todos lo hiciéramos. Imaginaos que escena.
Esa noche no dormí nada, pasé toda la noche pensando en lo ocurrido. Mi madre me aconsejó que hablara con ellos al día siguiente, y así lo hice.
Por la mañana subí al piso de arriba, el padre se había ido pronto al trabajo, así que sólo estaba ella. Al verme, me preguntó si había dormido bien y yo, sinceramente le contesté que no había dormido nada, que la situación de la noche me dejó perpleja. En nuestro trayecto de vuelta a casa me dijo que esa situación era normal en su familia, que siempre estaban muy nerviosos y que se discutían a menudo, pero que eran una familia feliz. Además, me empezó a sacar los trapos sucios de otras familias, diciendo que la suya era la mejor y que eso no era nada en comparación a los problemas de las otras familias. Yo pensé: “qué más me dan las otras familias si con quien tengo que convivir es con vosotros...” y así le dije: “mira, no me tienes que dar explicaciones ni intentar convencerme. Sólo llevo 2 días trabajando y ha pasado ésto, no me quiero ni imaginar cómo va a ser dentro de unos meses. Entiendo que estéis estresados y no os juzgo, pero tengo el derecho de decidir si quiero vivir este tipo de experiencia o no.” No me contestó, pero el resto del día se hizo la mega simpática y cada vez que alguien se ponía un poco nervioso empezaba a decir: “shhh, mantén la calma, no nos podemos poner nerviosos que hay gente sensible.” Sabía que lo decía como mofa, pero prefería pensar que lo hacía porque necesitaban que me quedara y además, si con eso conseguía que no hubieran más chillidos, ya me daba por satisfecha.

Aquí la muestra de cómo utilizar
 una servilleta eficientemente.
Aún así, durante el día tuvimos pequeños enfrentamientos, como por ejemplo cuando se me ocurrió utilizar una servilleta entera para limpiarle la cara al chiquillo, que estaba toda llena de salsa de tomate. ¡¡¡Pero qué locura!!! No utilices una servilleta (que en realidad es la mitad, porque son de estas más pequeñas) si puedes utilizar un cuarto.
Por suerte, la madre, con amables chillidos, me explicó cómo hacerlo correctamente:
-No utilices tanto papel, hay que cuidar al planeta. Con un trozo así ya vale. -YAAAAAAAAAAA, CLARO. VALE PARA ESPARCIR LA SALSA, NO PARA QUITÁRSELA DE LA CARA.

Imaginaos limpiarle la cara y las manos a los niños con esos trocitos de papel... y vuestras propias manos y boca, claro.
El siguiente enfrentamiento vendría al planear ir a comprar. El padre me dijo que quería ir al supermercado al día siguiente y me preguntó si quería ir y coger lo que necesitara. Bueno, pues la mujer ya se enfadó porque según ella todo estaba “demasiado planeado”, continuó diciendo que ella tenía que trabajar y yo me tenía que quedar en casa. -Lo gracioso es que íbamos a ir con los niños, así que no entendí su lógica, pero ya me estaba dando cuenta de que le gustaba quejarse por todo sólo para tocar los bemoles.

Bien, llevaba ahí una semana y necesitaba lavar ropa, como es comprensible. No me habían comentado nada de los días de lavandería así que le pregunté a la mujer si podría lavarla ese mismo día (eran las 18.30 de la tarde, después del episodio bipolar). Y la muy sincera va y me dice que no, que no puedo lavar la ropa. Yo había salido a caminar para despejarme y pensar después de esa locura de tarde y oportunamente tuve un percance con la menstruación. Así que era importante para mí lavar la ropa si no quería que se quedara tiesa como una piedra maloliente. Bueno, pues la mujer no quería que lavara la ropa porque habían invitados en el piso de abajo (que no estaban) y ella pensaba que les molestaría. Yo le dije que podría lavarla a mano, no me importaba y si no quería poner la secadora podría dejarla en mi habitación secándose. Eso le pareció una idea horrible. -”No,no,no,no. No podemos dejar la ropa mojada dentro de casa porque el nivel de humedad sube mucho y es perjudicial para la salud. Tenemos una casa de verano donde podrías dejarla pero me da pereza ir ahora, así que no lo puedes hacer.”- Yo cada vez flipaba más con todo. Le dije que vale, que muy bien y me fui a la habitación a llamar por skype a mi madre. Le conté lo sucedido, preguntándome si era normal eso o era yo que era muy tiquismiquis. Mi madre estaba igual de sorprendida y me dijo que lavara la ropa cuando se fueran a dormir y la dejara secando en la habitación. Era eso o lavarla a saber cuando. Total, que mientras estaba skypeando, entra la mujer y me dice que puedo lavar la ropa a mano y secarla afuera. -INCISO: ESE DÍA HABÍA HELADO. ESTABA NEVANDO.¿Esta mujer se cree que soy tonta o qué?

- Le dije que no era buena idea, que la ropa no se iba a secar, todo lo contrario, se iba a helar. Le di las gracias por nada y me fui.
Esperé pacientemente a que se fueran a dormir pero parecía que me hubieran leído el pensamiento, eran las 23h y ahí seguían... No podría lavar la ropa... aún.
Finalmente caí rendida y me dije a mí misma que me levantaría a las 5 para lavarla y dejarla secar un par de horas y así hice. Me desperté pronto y me puse manos a la obra. Conseguí lavarla y dejarla en la habitación para que se secara mientras llevaba a los críos al kindergarten. En el viaje de vuelta el padre me preguntó si quería que me llevara a la ciudad, pero le dije que no podía, que antes tenía que aspirar toda la casa y sacar los platos del lavavajillas. Su cara me dejó claro que él no tenía ni idea de eso. En mi contrato no ponía nada de aspirar toda la casa cada día.
Por la noche los niños no tenían mucha hambre, así que no comieron casi nada y se pusieron a jugar. Lo que significaba que yo tampoco podría cenar. Estuve con ellos hasta que el padre los llevó a dormir y después recogí las cosas de SU cena. Como ya veía cómo funcionaban las cosas tenía fruta guardada en la habitación.
Cada día tenía más claro que no iba a durar mucho ahí.

1 comentario:

  1. Uf, que familia mas extraña te ha tocado... ¿En este pueblo todas son igual? Eso decía la madre almenos... ¿no? Si pudiera darte un consejo te diría que te aferres al padre, quien parece que es bastante más estable, y que si hay cosas que te obligan hacer y que no entran en tu contrato díselo... No estás en la obligación de hacerlo por mas que digan... Ellos no son muy buenos contigo, pues tu se buena pero no tonta :). Tampoco tienes mucho que perder. Ánimo!

    ResponderEliminar