lunes, 11 de diciembre de 2017

Las intrépidas aventuras de Mire la Au Pair. Pesadilla en Bienengarten Street. Ep. II

Martes, 21 de noviembre – Viernes 24 de noviembre. Koblenz

Como ya tenía la experiencia del día anterior y ese día sería el padre quien llevaría a los niños al Kindergarten, todo fue mucho mejor. No tuvimos ningún problema y llegamos pronto al cole. Cuando llegué a casa limpié lo que me pertocaba rápidamente para poder ir a a explorar la ciudad y conocer el sitio que sería mi nuevo hogar. Para mi no-sorpresa, cuando estaba aspirando, la mujer apareció y me dijo: “Ah, también tienes que aspirar al lavabo, las escaleras y el piso superior. Cada día. Si tienes tiempo también tienes que ordenar la cocina y recoger lo del desayuno.” -Eso de “si tienes tiempo” es un “como tienes tiempo libre, puedes hacerlo”. Intenté tomármelo con filosofía y lo hice lo más rápido posible, pero aún así me llevó más de una hora. No pensaba quedarme ahí, así que me fui a la ciudad, ni que fueran solo 30 minutos valdría la pena. Y así hice. Cuando llegué a la ciudad, me di una vuelta y a los 15' tuve que coger el bus de vuelta.
El día iba bastante bien, los niños estaban tranquilos y los mantenía entretenidos. Yo estaba con ellos en el comedor, el padre trabajaba en la mesa con el ordenador para vigilarme y la madre se encontraba en el despacho. Todo empezó a ir mal cuando la madre venía mientras estábamos jugando y se llevaba a uno de los niños o les hacía jugar con otras cosas y después se iba. Entonces se empezaron a alborotar, a estar aburridos y a querer ir con su madre. -Y yo me pregunto, para qué maldiciones vienes a distraerlos si están entretenidos? Total, que el niño pequeño- el más aferrado a la madre- fue al despacho, para buscarla, así que fui detrás de él e intenté que saliera de ahí, pues sabía que la madre no quería que la molestaran. De pronto, cogió al niño, se lo sentó encima y le dijo con una dulce pero macabra voz: “Ya sabes que esta habitación no es para niños. Sólo están permitidos padres y madres, ni niños ni au pair-Mädchen. Sólo papá y mamá.” Qué queréis que os diga, yo eso lo vi como una directa, así que en vez de esperar dentro de la habitación me salí fuera y esperé en la puerta. La madre dejó al niño en el suelo y éste se fue a sentar en una silla. Recuerdo perfectamente a la madre mirando al horizonte y, de pronto, levantándose y cogiendo bruscamente al niño, zarandeándolo y chillando: “¡¿Es que no puedo trabajar tranquila?! ¡Tengo muchas cosas que hacer y vosotros estáis molestando todo el rato! ¡Estoy harta! ¡Tengo que trabajar! Entró en el comedor a y lanzó al niño en los brazos del padre. Acto seguido empezó a atacarlo chillando: “¡Tú estás muy tranquilo y yo no puedo hacer nada! ¡Tenemos una au pair y estamos peor que cuando no estaba!” De pronto, agarraos a vuestros asientos, se tiró al suelo a patalear y a chillar como una auténtica histérica. Los niños intentaron ir a ella y los apartó diciéndoles que no quería saber nada de ellos, así que se fueron llorando detrás de un armario. El padre mantenía la calma y no decía nada, sólo me miraba con cara de lástima. - Supongo que vio el asombro en mis ojos. Sólo me dijo: “vamos a preparar la cena ya y nos vamos a dormir.”

POR FAVOR, TOMAOS UN MOMENTO PARA IMAGINAROS A UNA MUJER DE UNOS 36 AÑOS TIRADA EN EL SUELO CHILLANDO COMO UNA HISTÉRICA. ES QUE ES DE PELÍCULA DE CIENCIA FICCIÓN.

Intenté hablar con los niños, pero tenían un disgusto encima que no había quien los consolara, hasta que la madre, de súper buen humor, se levantó del suelo y fue a buscarlos. Se escondió con ellos y les dijo: “¿somos amigos, a que sí?” Y se fue a sentar a la mesa. - A mí casi me da un ataque, estaba claro que la mujer es bipolar. Que conste que no tengo nada en contra de los bipolares, pero eso se avisa y una se lo toma de otra manera.-El padre y yo habíamos sacado algo para cenar y, cuando nos dispusimos a cenar la madre estaba tan feliz, hablando de todo y comentándole al padre que yo había ido a la ciudad esa mañana. De pronto le dijo al niño mayor: “perdona por chillar” a lo que el padre saltó: “creo que a quien deberías pedir perdón es a mí y a Mireia” a lo que ella respondió: “No, ¡no lo creo! y, sonriendo, empezó a comer.” Yo creo que el padre y yo estábamos en un nivel parecido de alucine, yo no cabía en mi asombro y ya estaba pensando en coger las maletas y salir de ahí esa misma noche.

Para amenizar la noche, antes de comer, la madre empezó a cantar y quiso que todos lo hiciéramos. Imaginaos que escena.
Esa noche no dormí nada, pasé toda la noche pensando en lo ocurrido. Mi madre me aconsejó que hablara con ellos al día siguiente, y así lo hice.
Por la mañana subí al piso de arriba, el padre se había ido pronto al trabajo, así que sólo estaba ella. Al verme, me preguntó si había dormido bien y yo, sinceramente le contesté que no había dormido nada, que la situación de la noche me dejó perpleja. En nuestro trayecto de vuelta a casa me dijo que esa situación era normal en su familia, que siempre estaban muy nerviosos y que se discutían a menudo, pero que eran una familia feliz. Además, me empezó a sacar los trapos sucios de otras familias, diciendo que la suya era la mejor y que eso no era nada en comparación a los problemas de las otras familias. Yo pensé: “qué más me dan las otras familias si con quien tengo que convivir es con vosotros...” y así le dije: “mira, no me tienes que dar explicaciones ni intentar convencerme. Sólo llevo 2 días trabajando y ha pasado ésto, no me quiero ni imaginar cómo va a ser dentro de unos meses. Entiendo que estéis estresados y no os juzgo, pero tengo el derecho de decidir si quiero vivir este tipo de experiencia o no.” No me contestó, pero el resto del día se hizo la mega simpática y cada vez que alguien se ponía un poco nervioso empezaba a decir: “shhh, mantén la calma, no nos podemos poner nerviosos que hay gente sensible.” Sabía que lo decía como mofa, pero prefería pensar que lo hacía porque necesitaban que me quedara y además, si con eso conseguía que no hubieran más chillidos, ya me daba por satisfecha.

Aquí la muestra de cómo utilizar
 una servilleta eficientemente.
Aún así, durante el día tuvimos pequeños enfrentamientos, como por ejemplo cuando se me ocurrió utilizar una servilleta entera para limpiarle la cara al chiquillo, que estaba toda llena de salsa de tomate. ¡¡¡Pero qué locura!!! No utilices una servilleta (que en realidad es la mitad, porque son de estas más pequeñas) si puedes utilizar un cuarto.
Por suerte, la madre, con amables chillidos, me explicó cómo hacerlo correctamente:
-No utilices tanto papel, hay que cuidar al planeta. Con un trozo así ya vale. -YAAAAAAAAAAA, CLARO. VALE PARA ESPARCIR LA SALSA, NO PARA QUITÁRSELA DE LA CARA.

Imaginaos limpiarle la cara y las manos a los niños con esos trocitos de papel... y vuestras propias manos y boca, claro.
El siguiente enfrentamiento vendría al planear ir a comprar. El padre me dijo que quería ir al supermercado al día siguiente y me preguntó si quería ir y coger lo que necesitara. Bueno, pues la mujer ya se enfadó porque según ella todo estaba “demasiado planeado”, continuó diciendo que ella tenía que trabajar y yo me tenía que quedar en casa. -Lo gracioso es que íbamos a ir con los niños, así que no entendí su lógica, pero ya me estaba dando cuenta de que le gustaba quejarse por todo sólo para tocar los bemoles.

Bien, llevaba ahí una semana y necesitaba lavar ropa, como es comprensible. No me habían comentado nada de los días de lavandería así que le pregunté a la mujer si podría lavarla ese mismo día (eran las 18.30 de la tarde, después del episodio bipolar). Y la muy sincera va y me dice que no, que no puedo lavar la ropa. Yo había salido a caminar para despejarme y pensar después de esa locura de tarde y oportunamente tuve un percance con la menstruación. Así que era importante para mí lavar la ropa si no quería que se quedara tiesa como una piedra maloliente. Bueno, pues la mujer no quería que lavara la ropa porque habían invitados en el piso de abajo (que no estaban) y ella pensaba que les molestaría. Yo le dije que podría lavarla a mano, no me importaba y si no quería poner la secadora podría dejarla en mi habitación secándose. Eso le pareció una idea horrible. -”No,no,no,no. No podemos dejar la ropa mojada dentro de casa porque el nivel de humedad sube mucho y es perjudicial para la salud. Tenemos una casa de verano donde podrías dejarla pero me da pereza ir ahora, así que no lo puedes hacer.”- Yo cada vez flipaba más con todo. Le dije que vale, que muy bien y me fui a la habitación a llamar por skype a mi madre. Le conté lo sucedido, preguntándome si era normal eso o era yo que era muy tiquismiquis. Mi madre estaba igual de sorprendida y me dijo que lavara la ropa cuando se fueran a dormir y la dejara secando en la habitación. Era eso o lavarla a saber cuando. Total, que mientras estaba skypeando, entra la mujer y me dice que puedo lavar la ropa a mano y secarla afuera. -INCISO: ESE DÍA HABÍA HELADO. ESTABA NEVANDO.¿Esta mujer se cree que soy tonta o qué?

- Le dije que no era buena idea, que la ropa no se iba a secar, todo lo contrario, se iba a helar. Le di las gracias por nada y me fui.
Esperé pacientemente a que se fueran a dormir pero parecía que me hubieran leído el pensamiento, eran las 23h y ahí seguían... No podría lavar la ropa... aún.
Finalmente caí rendida y me dije a mí misma que me levantaría a las 5 para lavarla y dejarla secar un par de horas y así hice. Me desperté pronto y me puse manos a la obra. Conseguí lavarla y dejarla en la habitación para que se secara mientras llevaba a los críos al kindergarten. En el viaje de vuelta el padre me preguntó si quería que me llevara a la ciudad, pero le dije que no podía, que antes tenía que aspirar toda la casa y sacar los platos del lavavajillas. Su cara me dejó claro que él no tenía ni idea de eso. En mi contrato no ponía nada de aspirar toda la casa cada día.
Por la noche los niños no tenían mucha hambre, así que no comieron casi nada y se pusieron a jugar. Lo que significaba que yo tampoco podría cenar. Estuve con ellos hasta que el padre los llevó a dormir y después recogí las cosas de SU cena. Como ya veía cómo funcionaban las cosas tenía fruta guardada en la habitación.
Cada día tenía más claro que no iba a durar mucho ahí.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Las intrépidas aventuras de Mire la Au pair. Pesadilla en Bienengarten Street. Ep. I

Viernes, 17 de noviembre – Lunes 20 de noviembre. Koblenz
Como os adelanté en el primer episodio, mi aventura en Alemania se debe a la idea de ser  au pair. Para quien no lo sepa, un@ au pair es una persona, normalmente chicas, de entre 18 y 30 años que se mudan a casa de una familia en el extranjero para ayudarles con sus hijos y, a cambio, la familia les provee alojamiento y comida y además, tiene la obligación de pagarles las clases de idioma y darles una cantidad de dinero llamado pocket money (´esto viene a ser una mensualidad y la cantidad varía según el país). Visto así parece un buen chollo, eh? Es una manera fácil y barata de viajar y además sumergirte en una nueva cultura, no? Os adelantaré que no todo es tan bonito. Un@ au pair  tiene bastantes obligaciones, os las voy a detallar:
  1. LOS NIÑOS
    1. Diversión: jugar con ellos, entretenerlos, hacer que se diviertan, ser una amig@ y una herman@ para ellos. 
    2. Alimentación e higiene: preparar comidas (si es necesario), darles de comer y asegurarse de que tienen una buena higiene (cambiar pañales, vestirlos, limpiar culetes e incluso bañarlos si la familia te lo pide). Pero este punto depende mucho de la edad del niño. Por suerte, los niños de más de 5 años no necesitan que les limpies el culo.
    3. Educación: además de una hermana súper guay y divertida también tienes que ser una figura modelo. Los niños están aprendiendo continuamente y tú tienes que mostrarles cómo se deben hacer las cosas (cómo los padres quieren que las hagan).
    4. Orden y limpieza (ropa, juguetes): como au pair tienes la obligación de mantener las habitaciones de los niños ordenadas y recoger sus juguetes de donde quieran que estén desperdigados. Además, tienes que lavarles la ropa y ordenarles los armarios.
    5. Otros: llevar y recoger a los niños del cole o de actividades extraescolares, ayudarlos  con los deberes
  2. TAREAS DEL HOGAR
    1. Ayuda con las tareas cotidianas: poner y recoger la mesa, cocinar, lavar platos o poner y vaciar el lavavajillas.
  3. OTROS
    1. Escuela de idiomas: Estudiar para tus exámenes en la escuela 
    2. Intentar divertirte: Intentar hacer algo de provecho en tu tiempo libre.
Como veis, no son pocas las cosas que tenemos que hacer cada día y, a veces, las familias te piden más y más y acabas siendo explotad@ laboralmente. 
Según el contrato, un@ au pair no debe trabajar más de 30 horas semanales (¡JA! QUE ME LO CREO) pero como veis, es imposible que sea cierto. Pero bueno, ese es tema de otro episodio.
Total, como os iba comentando al principio, quise venir de au pair a Alemania porque mi  intención era mejorar el alemán, conocer la cultura y viajar (barato). Además, ya tenía experiencia en este tema y sabía a lo que me enfrentaba (o eso creía yo).
Como leísteis en el primer episodio, mi llegada a Alemania fue un poco accidentada. Lo que más me sorprendió es que la familia ni siquiera se preocupó en contactarme, aún habiendo desaparecido. Cuando recuperé mi móvil tenía 0 mensajes suyos. Ni siquiera preguntándome si había llegado. Total, que cuando contacté con ellos y les expliqué la historia, el padre me dijo que no podría recogerme aún porque tenía a los críos y la mujer estaba trabajando. PREGUNTA: ¿ES QUE LOS NIÑOS NO PUEDEN IR EN EL COCHE O QUÉ? Total, que después de mucho esperar apareció el padre con los dos críos -¡Sorpresa! Lo primero que me dijo fue: ¡Qué aventura ayer eh! Pensábamos que habías perdido el tren y te habías quedado en un hotel en Colonia.- A lo que pensé: ¿WTF ME ESTÁS CONTANDO? Habíamos quedado en que venía  a la estación y te avisaba cuando llegara...- Pero en fin,  en ese momento tampoco le di demasiada importancia.  Sólo quería ducharme, comer y dormir algo.
Cuando llegamos a casa, el padre había comprado una pizza para comer y, mientras yo estaba con los niños intentando hacerme la simpática, él empezó a comer. -Gracias por la educación.- Total, que como era el primer día y tampoco quería fastidiarla, no dije nada hasta que los niños por fin decidieron ir a la mesa y pude comer.
Después de comer, el padre puso a dormir al pequeño de 1 año y aprovechó para "enseñarme la casa". Es decir, el comedor, el pasillo, el baño y mi habitación. La casa tiene tres pisos, pero estuve 3 o 4 días días sin saber que había en las otras estancias. Un poco extraño todo. Igual es cosa de la cultura, pero en mi casa cuando enseñamos nuestro hogar lo enseñamos todo, aún sin entrar en las habitaciones, simplemente señalando qué hay en cada una. Creo que eso crea una atmósfera de hospitalidad que te hace sentir cómodo. Pero sólo es mi opinión. 
Como había llegado un viernes por la tarde, decidieron que la mejor idea era empezar a trabajar el lunes, así podría habituarme a la familia y a sus costumbres durante el fin de semana. Eso era un eufemismo de: tienes que pasar las 24h del día con nosotros, no puedes tener tiempo libre. -OK. El domingo ya tuve mi pirmer enfrentamiento con la familia. Me pidieron que durante las dos primeras semanas estuviera con ellos en todo momento, que no fuera a la habitación o que no saliera de casa porque los niños se tenían que acostumbrar a mi presencia. -Entiendo la teoría y la respeto, pero realmente es necesario pasar las 24h con ellos durante 2 semanas, sin tiempo libre? En fin, que acepté. ¿Qué otra cosa podía hacer? No llevaba ahí ni dos días y ya me empezaba a sentir incómoda.
El planning tardó en llegar. Les pedí que me especificaran cuáles eran mis tareas, qué esperaban de mí y cuáles eran mis horarios, pero nunca fueron claros. Sólo me dieron cierta información sobre los niños.
Total, que era domingo y yo no sabía qué tenía que hacer. Por la noche, el padre me dijo que tenía que estar lista a las 6.30 para preparar los desayunos a los niños, “ayudar” a vestirlos (pero sólo mirar, porque todavía tenía prohibido tocarlos para cambiarles la ropa o los pañales) y acompañarlos al Kindergarten.
Total, que eran las 6.30 y ya estaba lista, esperando a que el padre bajara y me explicara qué demonios de desayuno tenía que preparar. Estuve 30' esperando hasta que alguien se despertó y, el padre, tan feliz, me viene y me dice que la mujer se lo quería tomar con calma (a veces trabaja desde casa) y que iba a dormir un poco más. Así pues, empezamos a preparar los desayunos. En un tupper metimos: crackers, pasta hervida, un dátil y un trozo de aguacate (para darle un poco de color). El padre estaba súper orgulloso de ese desayuno tan sano :D
La diversión empezó cuando, de pronto, la mujer se pone a chillar por el interfonito de bebés pidiendo ayuda. Así pues, el padre, con cara de espanto me dice: corre, sube a ayudar a X (por respeto no utilizaré sus nombres). Estaba nerviosa, pues para mí el piso de arriba era dimensión desconocida. Cuando llegué me encuentro a la madre metida en la cama con los niños. -Imaginaos qué incómodo entrar en la habitación de unos desconocidos mientras están metidos en la cama.- Esperé pacientemente en la puerta con cara de “no sé qué coño tengo que hacer pero sonrío”. La madre pasó de mi Gesicht (cara) totalmente hasta que al fin se levantó y me indicó qué tenía que hacer. -”Vete a la habitación con el niño mayor y juega con él un rato hasta que yo te avise”. - Me extrañó, pues el padre me había dicho que a las 7.30 tendríamos que ir tirando para el cole y eran más de las 7.15h, pero bueno, yo acaté órdenes. Así que me puse a jugar con él hasta que la madre me dijo que llevara a los niños a lavarse los dientes mientras ella se vestía. El niño mayor me indicó dónde estaban las cosas, pero ambos sabían qué hacer, así que yo sólo supervisé e intenté que se lavaran bien los dientes. Cuando terminaron les ayudé a abrir el grifo para enjuagar los cepillos; sólo lo abrí un poco pero la madre vino corriendo a chillarme que había abierto demasiado el grifo y que ellos no utilizaban tanta agua. Yo me quedé flipando, claro, sólo había salido un hilo de agua, lejos de ser suficiente para enjuagarse los dientes... pero bueno, cerré aún mas el grifo y lo dejé pasar.
Después de ésto todo sucedió muy rápido. La madre se empezó a estresar y a decir que era muy tarde, que había pasado demasiado tiempo jugando con el niño y que ahora tendríamos que correr. - Disculpa? Eras tú quien se lo quería tomar “con calma”. Total, que “acabamos” de preparar a los niños- y digo “acabar” porque sólo vistió por la mitad al más pequeño. Le cambiaría el pantalón de pijama en la guardería, pero yo eso no lo sabía todavía.
Mientras bajábamos las escaleras escuché a la madre quejarse de “lo lentos que vamos siendo tantos” pero hice caso omiso y no dije nada.
Para complicar más las cosas los niños no querían ponerse los zapatos. La mujer no intentó convencerlos y se fue a ponerse la chaqueta mientras yo intentaba que ambos me hicieran caso. Cuando por fin lo conseguí tocaba ponerme mis propios zapatos a lo que la mujer me dijo: “Ahora te tenemos que esperar? Tienes que ir más deprisa, así no se pueden hacer las cosas.” - Empezaba a notar mi sangre hervir un poco, pero respiré profundamente y me callé.
Salimos de la casa y nos dirigimos al coche. La madre montó a los niños, así que deducí que sería ELLA quien les ataría los cinturones de seguridad. Pero para mi sorpresa, salió del coche y como me vio dirigirme al asiento delantero me chilló: “Es que no les vas a atar los cinturones? Es que en España eso no se hace o qué?” - Total, que tranquilamente le contesté: “Perdona, pero si no me dices qué es lo que quieres que haga, no lo puedo adivinar.” Nos montamos en el coche y empezó a conducir dando trompazos, aún no me había podido atar el cinturón así que en la primera maniobra me fui volando hacia su lado. La mujer sólo soltó un entschuldigung. No me habló más en todo el camino.
Al salir del coche cogí las mochilas y nos dirigimos a la escuela. Recordad que era mi primer día y no sabía qué tenía que hacer. Yo iba siguiendo a la mujer y hacía lo que ella- quitarme los zapatos, cogerlos, entrar, salir, ir para aquí o para allá. Y de pronto... chan chan chan... “¿¡Dónde están los pantalones del niño pequeño!?- me preguntó a chillidos.- ¡Los había traído especialmente para cambiarlo aquí! ¿Es que no sabes hacer nada?” -Vale, reconozco que vi los pantalones en el coche pero ni se me pasó por la cabeza que lo vestiría allí. Pensaba que los que llevaba ya eran de vestir, no de pijama.- Y por éso la comunicación es tan importante.
Cuando finalmente dejamos a los niños en el cole, nos fuimos para casa. La mujer de pronto estaba de buen humor y me empezó a hablar tan normal, señalándome cosas del pueblo mientras conducíamos a través de sus calles.
Cuando llegamos a casa me dijo que ella no iba a desayunar (por lo visto yo tampoco) y me sacó la aspiradora. -”Tienes que limpiar el comedor, la cocina y el pasillo”. Y así hice. De mis 4 horas libres pasé una limpiando. - Bueno, aún tengo tiempo de hacer algo, pensé.
Cuando terminé de limpiar me fui a la habitación para recoger las cosas e ir a dar un paseo cuando, para mi sorpresa... X, que estaba en la habitación de al lado chillando por teléfono -hablando con su marido- entró en mi habitación y me pidió que limpiara el piso de abajo. Al parecer el piso de abajo es un apartamento que alquilan para gente que decide ir allí de vacaciones. -Ya sé que no es trabajo de una au pair, pero necesito que lo hagas porque vienen invitados esta noche. ¿Puedes ayudarme?- Claro, cómo iba a decirle que no... Por lo menos ya sabía qué había en el tercer piso. Así que me pasé otra hora y algo limpiando. Tiempo libre: 2 horas.
Podréis pensar, bueno, dos horas está bien! Sí, pero quid de la cuestión es que esas 4 horas eran mi tiempo de estudiar alemán (si no me hubieran mentido sobre los cursos que se suponía que habían pero que en realidad no podría tomar). Ir a la ciudad me tomaría una hora (ida y vuelta), así que finalmente me fui a dar un paseo por la urbanización y a comer algo.

El resto del día aconteció sin problemas hasta las 18h de ese fatídico día, momento en que el niño pequeño se hizo un chichón. Estábamos jugando en el sofá después de cenar, el niño estaba escalando y yo le dije que no hiciera eso, que era peligroso. La madre me dijo que lo dejara, que lo hacían normalmente, así que lo dejé hacer. Hasta que claro, se cayó y se dio con el borde del sofá. La bronca me la llevé yo por no poner correctamente los cojines del sofá y, con amables chillidos, me aclaró cómo hacerlo. Muy lógico todo. Después de un rato de drama y de decirme que ahora habían posibilidades de que el niño  desarrollara un retraso mental, el padre llevó a los niños a dormir y la madre se fue al despacho a trabajar. Yo me quedé recogiendo la mesa y poniendo el lavavajillas. Cuando me fui a la habitación, la madre entró y me dijo: “Bueno, parece que el día ha ido bien. Estamos muy contentos de que estés aquí y de que los niños te hayan aceptado.” Yo me quedé patidifusa, ¿que el día había ido bien? Si ese es un buen día no quiero saber cómo es uno malo. Pero bueno, de alguna manera me hizo sentir bien y dormí con la conciencia tranquila.
Horas trabajadas: 3. Horas restantes por trabajar: 2. Horas trabajadas al final del día: 10. Así sería cada día.

viernes, 17 de noviembre de 2017

Las intrépidas aventuras de Mire la au pair. La Odisea alemana

16 -17 de noviembre, 1.51h. McDonald's de la estación de trenes de Koblenz. Tiempo de wifi gratis: 2h 28'. Agua con gas: 1,69€. Haber perdido el móvil y no tener manera de comunicarte con la familia que tenía que venir a recogerte: no tiene precio.

Todo empezó ayer a las 18.20, hora prevista del vuelo Barcelona-Köln. Mientras los pasajeros nos "acomodábamos" en el estrecho y abarrotado avión de Ryanair, el piloto nos regaló unas bonitas noticias: la Torre de control de Francia había cerrado y había retención de mínimo 40' hasta nuevo aviso.
Bien, eso quería decir que tenía todavía menos tiempo para coger el bus que me llevaría a mi destino. Sin preocuparme demasiado me puse a leer mientras a mi compañero de fila le daba un ataque de nervios y empezaba a  maldecir y a dar golpes al asiento delantero. Los minutos transcurrían lentamente hasta que al fin llegó el esperado despegue. ¡Al fin!- pensé. Seguro que recuperamos el tiempo perdido en el aire.- JA! Créetelo. Finalmente llegamos con casi una hora de retraso y claro, a eso súmale ir a buscar la maleta y encontrar el bus adecuado. Total, que eran las 23.00h y yo seguía en el aeropuerto esperando el mágico carruaje. Un amable hombre que pasaba por allí me comunicó que ya no habían más buses y que debería tomar el tren. "Genial, al menos será más rápido"- inocente...
Me dispuse a atravesar el aeropuerto con una maleta de 25kg, una mochila de 10, un bolso y una bolsa con unos regalos para la familia. Sin contar las capas de cebolla, claro. Más o menos era como la bola de Indiana Jones acarreando una maleta. Finalmente llegué al Fahrkartenautomat, pero cuando un alemán te pide ayuda con la compra del ticket en una máquina originalmente alemana, sabes que la cosa no va a ir bien. Por suerte había una pareja super nett (amable) que nos ayudó a ambos. A ellos también les costó lo suyo, que conste. Unos 30' para ser exactos. Total, que una vez con el ticket a la Hauptbahnhof de Köln me percaté de que no sabía en vía iba a venir el tren. "No me debo haber fijado donde lo ponía..."- pensé. Bien, seguí un poco a mi intuición (y a la pareja que iba delante, todo quepa decirlo) y les pregunté si era la vía adecuada.  Ellos venían de Londres y supongo que entendían lo fácil que es para un extranjero perderse en ese sitio, porque indicaciones y cosas claras, cero. Así que me dijeron que como les iba de paso, me acompañarían a la estación. También me dijeron que su vuelo había salido antes de lo previsto, pero que ahora estaban perdiendo el tiempo por culpa de la tardanza del tren. Yo pensé egoístamente para mis adentros "gracias Universo por cruzar nuestros caminos". Tras 30 largos minutos de espera el S-Bahn (así me dijeron que llamaban a ese tipo de transporte medio tren medio metro) por fin llegó. En el trayecto el chico aprovechó para indicarme a dónde me tenía que dirigir una vez en la estación. Sus indicaciones fueron las siguientes: "primero baja, después verás una salida a la derecha, ve en contra dirección, sal de la estación, admira la catedral de Colonia y dirígete al punto de información". Y así hice. Crucé la estación, admiré la impetuosa y  brillante Dom y me dirigí al punto de información. -No olvidéis la maleta,  las 2 mochilas y la "encebollización", le añade un punto de humor  a mi imagen.

Bien, me acerqué al punto de información y después de haber estado pensando la frase correcta durante 3 minutos, la solté. El hombre me vió cara de entender y me soltó una retahíla de cosas que todavía no he descrifrado. Le pedí que fuera más esquemático y según sus indicaciones, debía coger otro tren y volver atrás, pues de allí (la estación CENTRAL) no salían trenes a Coblenza. Para comprar el ticket, encontrar la vía, coger el tren y hacer lo mismo en la siguiente estación tenía sólo 20 minutos. Después me quedaría allí donde estuviera sin posibilidad de moverme. "Esto se está poniendo interesante"- me dije a mí misma- No pierdas la positividad. Total, que intenté ir lo más rápido que mis bultos me permitían. Y sabéis una cosa que me encanta? Las escaleras mecánicas. Sobretodo cuando llevas todo eso encima. Pues no, a los alemanes no les gustan. Para que lo sepáis.
Conseguí subir los dos pisos con las maletas y montarme en el tren a tiempo. el viajé sólo duró 3 minutos pero al salir, sólo me quedaban 15 o menos para que saliera mi tren.
Me armé de paciencia y bajé las escaleras, intentando no caer y convertirme en la bola de Indiana Jones, pero de verdad.

Me encontré en medio de una estación parecida a la de Passeig de Gracia y allí estaba mi ya conocido amigo, el Fahrkartenautomat. Crucé los dedos para que hubieran billetes y me conciencié en mirar la Vía de salida. Estuve 5 minutos o así escudriñando entre palabras interminables para encontrar la Gleis, la vía. Pues no. No estaba. Pensando en que igual no estaba buscando lo adecuado pregunté a un chico que se dirigía a la salida. Amablemente me ayudó a comprar el billete, pero la vía no salía, me contó que en esas máquinas de Scheisse (mierda- palabra literal) no lo indicaba.  ¿¡Y qué se supone que tienes que hacer, adivinarlo?!. Quedaban sólo 7 minutos para que saliera el tren, así que el chico fue corriendo a todas las vías para ver si salía de alguna de ellas. Yo me quedé impresionada. Creo que eso no me hubiera pasado jamás en Barcelona. Tanta ayuda de manera desconsiderada!
Al no encontrar ninguna, el chico me ayudó a subir las maletas a una vía cualquiera y una vez allí, lo buscamos por internet. Vía 11. Pero allí sólo habían 9 vías! "Es en la estación de trenes, no de S-Bahn, ¡tenemos que correr!"- me dijo. Y así hicimos. Él con mi maleta y yo con las mochilas y la bolsa (que era de papel). Pues ya os imagináis, a medio camino la bolsa se rompió y todo al suelo. 3 minutos. Corre, corre -pensé. Bajé las escaleras saltando los peldaños y al girar a la izquierda, allí estaba Gleis 11. El chico ya me había subido la maleta al tren y me estaba esperando. Yo me quedé patidifusa, no podía salir de mi asombro. No sabía ni cómo agradecerle todo lo que había hecho. Se despidió de mí con una sonrisa y el tren emprendió su camino.
Una vez en el tren, con el cuerpo temblando y la cara roja, me dispuse a acomodar mis bultos, sentarme plácidamente, disfrutar del viaje y avisar a la familia, que me tenían que recoger en la estación de Koblenz. Meto la mano en el bolsillo y... no, no puede ser. El móvil no está. Por un momento no me lo creí y rebusqué por el bolso, por el asiento... pero nada, allí no estaba. ¿Cómo iba a decirles entonces que iba a llegar? ¿Cómo iba a decirle a mi madre que no se preocupara?
Y luego me di cuenta. En el tren no anunciaban las paradas. ¿¡Pero cómo puede ser!? Cómo iba a saber cuando bajar? Por la hora de llegada, pensaréis- pero no tenía reloj.
Intenté aplicarme mi propia filosofía, "todo pasa por algo", te gustan las aventuras, pues bueno... aquí tienes una. Total, que después de hablar conmigo misma me dije que sólo podía mirar hacia delante.
Pregunté a una chica cómo sabía uno aquí cuándo bajar y me mostró un plano con las horas aproximadas de llegada y las paradas. Según la hora, te sitúas. Justamente la próxima era la mía, o eso creía.

Confié en que la estación hubiera wifi y así poder conectarme con el ordenador para avisar a mi madre de que cancelara la tarjeta del móvil. Ya era la 1.30h de la madrugada y en esa estación no había WLAN. Sólo habían un montón de vagabundos resguardándose del frío de la noche y un par de policías. Les pregunté dónde podía conseguir wifi y me indicaron el McDonald's. Nunca pensé que estaría tan agradecida a un McDonald's. Entré y como me parecía de mala educación usar el wifi sin consumir nada, me pedí un agua. No recordaba que aquí los alemanes beben agua con gas. No me la terminé.
Escogí la mesa que iba a ser mi mejor amiga durante las 3 horas de Mcwifi gratis que tenía y le escribí a mi madre. Como también tenía el skype de la familia, les escribí también. Pero no hubo respuesta. Tras un par de horas hablando con mi madre, necesitaba ir al baño, así que recogí tooodo y me fui en busca del baño encantado. En la otra punta de la estación. Cuando me volví a conectar mi madre tenía una noticia para mí. Había llamado a mi móvil y había contestado la policía. Le habían dicho que el móvil y el DNI estaban en la comisaría de Colonia, que me dijera que lo fuera a buscar. Hostia puta!-pensé-el DNI! lo había metido en la funda el móvil para no tener que meterlo y sacarlo en el bolso todo el rato en el aeropuerto. Ahora estaba sin móvil y sin DNI.
Lo gracioso de ésto es que la primera y única vez que fui a Alemania, unos amigos de danza irlandesa  y yo nos hospedamos en un hotel de Düsseldorf y, adivinad... Por la noche nos entraron a robar y sí, entre otras cosas se llevaron mi móvil.  ¿Coincidencia? No creo en ellas. Algo tenía que significar.
En fin, que por arte de magia o de tecnología, el policía que había contactado con mi madre me escribió en FB y me indicó cómo llegar a la comisaría desde la estación de Colonia. Porque claro, no llevaba Google maps.

Total, que a las 4.20 me preparé para coger el quinto tren del día. Uno más, venga! Todo eso con las maletas y las no escaleras mecánicas, no lo olvidéis. Tres horas más tarde me encontraba en esa estación por cuyos ventanales había admirado la belleza de la Catedral. Eran las 7.15 o algo así y era noche cerrada. No veía muy claro caminar 30' por una ciudad desconocida en una dirección desconocida tirando de una maleta de 25kg, así que cogí un taxi. Llamadme comodona, sí. El taxista me llevó a la comisaría y allí estaba él. Algo tan irrisorio y material pero de lo que somos tan dependientes. Mi móvil. Me desagradó el hecho de conocer mi dependencia, esa necesidad de "conexión"; pero eso me lo guardo para otra publicación.
De la comisaría me fui directa a la estación, no sin antes pagar 30 eurazos por 30 minutos escasos de trayecto. Y una vez en la estación.. ¡adivinad a dónde fui! ¡Sí! Habéis dado en el clavo, en el único sitio donde habría wifi. Allí cargué un poco el teléfono y por fin me puse en contacto con la familia. Los pobres estaban alucinando, claro, como para no hacerlo. Pensaban que había perdido el tren y me había quedado en Colonia, pero no. Mi aventura fue más allá. Bien, pues a las 8 y algo me disponía a coger el que esperaba fuera último tren de mi día y de mi año, por lo menos. El tren que me llevaría a Koblenz. Unas dos horas más tarde ya me encontraba en la estación en la que había pasado la mayor parte de la noche, pero ahora estaba llena de vida y luz. ¿Percepción o realidad? Ambas, si son dos caras de la misma moneda.

Bien, pues después de esta serie de no-tan-catastróficas desdichas, me encuentro en la que será mi casa durante el próximo año.  Os iré contando todas mis aventuras aquí! Y si queréis que os detalle algún aspecto de la vida en Alemania, la vida de una au pair o cualquier otra cosa, decídmelo! :)

Muchísimas gracias por leerme, super Danke!


miércoles, 18 de octubre de 2017

Aeonian.

"Aquél que es valiente es libre"- Séneca

(english below)
¿Qué pasaría si dejáramos de tener miedo?
¿Qué pasaría si disfrutáramos del miedo? ¿En qué se convertiría entonces? ¿En qué se convertiría el miedo a la soledad si disfrutáramos del estar solos? ¿En qué se convertiría el miedo a perderlo todo si disfrutáramos del no tener nada?
 ¿En qué se convertirían el miedo y la incertidumbre si empezáramos a vivirlas desde el prisma del deleite? ¿No serían pues, emoción y ganas de saber qué sorpresas nos depara la vida?
¿Qué pasaría si convirtiéramos el miedo en una motivación, en coraje, en pasión? ¿Qué pasaría si empezáramos a amar el miedo? ¿No empezaríamos a ser libres? ¿No empezaríamos a romper todas esas cadenas que nos auto imponemos?
¿Qué pasaría si aceptáramos nuestras emociones y las redujéramos a amor? Pero claro, ¿qué es el amor? Para mí no existe una sola concepción de amor, el amor tiene muchas caras. Pero creo que se puede reducir a una sola: ACEPTACIÓN. No hablo de aceptación pasiva, hablo de aceptación activa. Hablo de una aceptación motivadora, transformadora, alquímica.
¿Qué pasaría si descubriéramos que somos los Alquimistas de nuestra propia existencia? ¿Que pasaría si nos diéramos cuenta de que aquello que tanto anhelamos reside ya en nuestro interior? ¿Qué pasaría si nos diéramos cuenta de que nosotros tenemos el poder para transformar la materia impura en piedra filosofal? ¿Qué pasaría si nos diéramos cuenta de que nosotros somos maestro y aprendiz? de que nosotros somos plomo y oro? ¿Qué pasaría si te dieras cuenta de que tú mismo eres Alquimista y Materia filosofal?

Si estamos es en este mundo material es porque tenemos el poder de cambiarlo, podemos moldear la realidad, nuestra realidad. Somos los artesanos de nuestra experiencia, tenemos el poder de decidir qué hacer con aquello que se nos ha dado. Podemos convertir nuestra vida en nuestra Piedra Filosofal.


Todo empieza y acaba en ti. Aceptaste el difícil desafío de ser tú mismo en un mundo lleno de espejismos e ilusiones. Despierta. Recuerda quién eres. Tú eres el Creador.

(ENG):

"He who is brave is free"- Seneca

What if we stopped being afraid?
What if we enjoyed the fear? What would it become, then? What would become the fear of loneliness if we enjoyed being alone? What would become the fear of losing everything if we enjoyed having nothing?
What would fear and uncertainty become if we enjoyed them? Wouldn't they turn into enthusiasm and interest for what is coming? What if we made fear into motivation, courage and passion? What if we loved the fear? Wouldn't we be free then? Wouldn't we break all those walls we built around us?
What if we embraced our emotions and reduced them to Love? But, of course... what's Love? For me there isn't just one concept of Love. Love has many faces, but I think it can be reduced to one: ACCEPTANCE. I'm not talking about a passive acceptance. I'm talking about an active one. I'm talking about a motivational and transforming acceptance, an alchemical one.
What if we found out that we are the Alchemists of our own existence? What if we realised that everything we yearn for is already within us? What if we realised that we have the power  to transmutate the first matter into the philosopher's stone? What if we realised that we ourselves are apprentice and master, lead and gold? What if you realised that you are the Alchemist and the Philosopher's Matter?

If we are living in this material world is because we have the power to transform it, we have the ability to mould  the reality, our own reality. We are the artisans of our own experience, we have the power to decide what to do with what is given to us. We can turn our life into our own Philosopher's Stone.
Everything begins and ends within yourself. You accepted this difficult challenge that is being your true self in a world full of mirages and illusions. Be awake. Remember who you are. You are the Creator.

lunes, 2 de octubre de 2017

Forelsket. Hyggelig.

"It's a dangerous business, Frodo, going out your door. You step onto the road, and if you don't keep your feet, there's no knowing where you might be swept off to."

It's amazing how different the Camino is for everyone, even for yourself if you've walked it before. Even though it's always the same Way, it is always special and new. It's amazing to see how the Camino creates  different scenarios for each person, deppending on what he or she needs.

I started my Camino on the 22nd of August. I gave up all my plans only for one reason: to walk. I had a really good opportunity to go to Germany and start a new life there but I said no to that and said yes to my intuition. I didn't really know why I NEEDED to walk from France to the End of the World, but I knew that if I didn't I would regret it my whole life.

I had something clear in my mind: have no expectations, be open-minded and be open-hearted. Accept whatever comes. Be true to yourself. Break your shield and let the others get to know you. And so I did (or I tried to).  I've always thought "I'm enough, I need no one to be happy, I am my own sun and moon, and I'm better when I'm alone". And in some way is true,  I'm enough and I just need myself to be happy but the Camino kicked my ass really hard and showed me that HAPPINESS IS ONLY REAL WHEN SHARED. And I loved it. From the first day to the last one I was sorrounded by beautiful, caring and amazing souls who wanted to share their light and love with me, while asking nothing in return.
One of the funny things about the Camino is the Time. You meet someone for a week or even less and it seems a lifetime. In Muxía, an hospitalero told me something I'll always remember: "The people you get to know in the Camino are really special, and the bond you create with them is unbreakable. They will always have a place in your heart and you'll always have a place in theirs." And it's totally true. It doesn't matter how long it takes for us to meet again, not even the distance that separates us, because all the funny moments, all the madness, the laughs, the tears, the love... all the experiences we've shared are undying.
The memories you create there are magical. Even the "bad" moments are. The Camino shows you that: Magic exists in the little things. Life is made of that, little magic things that happen to you. You just need to observe and be open to recieve: a new landscape, a warm dinner, a new blister, someone helping you, pain in your body, a comforting hug, an interesting conversation, an intense look, an unexpected caress, a beer with your friends, the moonlight, the sunrise and sunset, a bed (even if it's not comfortable), a smile... Magic is there, you just have to open your eyes and see.

The Camino changes you. You're the same, same name, same body, same clothes, same hair... but the way you look at things, the way you think and the way you feel is completely different. You realize that you're able to do anything yo want, you're the Creator of your Life, you're not a Tree, you can move and you can achieve your goals. Life is not how they tell you it is. Life is how you want it to be. Your Life, your Path. Nothing is impossible, it's just difficult. But there, in trouble, is when Magic happens. When things get tough you realize if that is what you really want and if that is worth fighting for.

The same hospitalero, that one in Muxía, told me another thing I wasn't ready to hear at that moment. He said: "Your soul will cry, your soul will cry a lot... you're gonna miss so much the Camino and the friends you made here... and you're gonna think about it every day. I can see in your eyes you don't want it to finish, but this is ending. And you have to accept it" Those were the hardest words I had to hear, because I knew it was the truth. I knew it was the Universe talking to me through that man. The Universe was asking me to accept the End and be happy for all what I experienced. I knew it was the Universe saying "don't hold", "don't hold onto anything and you'll have everything". 
For a long time I've been repeating that to myself as a mantra, don't hold onto anything, let everything go. If you love something, set it free.  I swear I thought I knew how to do it. I thought I learnt it when my father left and I had to accept that and let him go, set him free... but the Camino showed me I still have to learn how to do it, because is really different to let go from the Love and Respect than from the Resentment and  Melancholy.

I've understood it's a scary thing to let go what you love but all what you hold becomes a chain. Love must be wild and free. Love cannot be hold because Love is everything. You just have flow into it and embrace that energy.

Trust your way. The Camino provides. Life provides.






 

P.S Your heart is free. Have the courage to follow it.

sábado, 12 de agosto de 2017

Ambedo.


3 días 15 horas 9 minutos. Una maleta de 23 kilos y una mochila. Son tantas cosas las que dejas atrás que no sabes si quiera si llevarte algo.
No es la primera vez que dejo mi país, mi ciudad, mi casa y mi familia... pero esta vez lo siento distinto. Esta vez es más intenso, más palpable... será la edad, la madurez, que te hace más consciente de tus decisiones? Será que en algún recoveco de tu ser no estás segura de saltar? Siempre hay dudas. Siempre hay preguntas. Siempre hay miedos. ¿Saldrá bien? ¿Y si no consigo adaptarme? ¿Cómo llevaré el idioma? ¿Conoceré a gente? ¿Sabré buscarme la vida?
Los cambios siempre desequilibran un poco, pero a veces hay que desequilibrarse para vivir en equilibrio. 
Llamadme romántica, espiritual, esotérica o chalada de la cabeza... pero personalmente no creo en las casualidades. Creo que todo tiene razón de ser, todo pasa por algo. Creo en la Sincronicidad del Universo y en el Destino, pero aquél que se forja uno mismo. Creo que el Universo es como un Mago, nunca llega tarde, ni pronto; llega exactamente cuando se lo propone. Sólo debes saber qué quieres y a dónde quieres llegar y lo demás llegará en su justo momento.
Por eso, pese a las dudas, los nervios y los miedos... salto. Decido saltar al vacío y confiar en que mis alas me sostendrán allá donde quiera que vuele. Decido poner un pie en el Camino, pese a no saber a dónde me llevará... porque sólo se hace Camino al andar.
Ya no existen ni buenas ni malas decisiones, sólo existen decisiones genuinas, verdaderas. Para mí es suficiente confiar en que lo que hago... es auténtico.

 

Sólo aquél que vaga encuentra nuevos caminos, pues no todo aquél que erra anda perdido.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Saudade.



Hoy me despido de ti. Hoy me despido de tus mitos y leyendas, de tus místicas brumas y de las almas que vagan por ellas.  Hoy me despido dos trasnos e as meigas;  me despido dos corvos e das santas compañas. Hoy me despido de la música que impregna tus rúas. Me despido de tus ríos, de tus montes y caminos.  Hoy me despido del susurro de tus castaños y del olor de tus prados.
Me despido del bravo Océano y de la tierra que allí perece. Me despido de Breogán y su impetuosa torre. Me despido de las islas de la Atlántida y sus misteriosas playas. Me despido de los castros y sus vetustas historias. Me despido del calor de tus gentes, algunos conocidos y muchos ya amigos. Me despido de tu Magia, de tu Sol y tu Luna. Me despido de tus cielos y tus lluvias. De tus tempestades y vientos... Me despido de ti, Galicia... pero también me despido de una parte de mí. Una parte de mí que por siempre quedará contigo, allí donde moran as Estrelas.

El viaje sigue y sigue..  y tú lo sabes mejor que nadie.  Tú me enseñaste que el Destino no es el objetivo final. El Destino es el Camino.






   Graciñas por tanto.

miércoles, 4 de enero de 2017

Denuncia pública

Es miércoles 4 de enero, son las 16:30 h. Normalmente me encontraría trabajando detrás de la barra del restaurante "El Candil" pero en lugar de eso estoy en una cafetería escribiendo ésto. ¿La razón? Me he ido. Así, tal cual. En mi pozo de mierda ya no cabía nada más y ha rebosado. Y es que estoy harta. Estoy harta de que me traten como una inútil,  estoy harta de que me insulten y me humillen, estoy harta de que me acosen. Ya pasé por éso una vez y no voy a dejar que nadie más me lo vuelva a hacer. 

Os voy a contar un poco mi historia en ese restaurante, pues estas líneas pretenden ser una denuncia y quiero que quede todo claro. El restaurante lo lleva un matrimonio del barrio de Sants, Josep y Montse. Yo empecé a trabajar ahí en julio sustituyendo a Montse, que se había quemado la mano. 
Lo primero que me dijo Josep al entrevistarme fue: "Sólo te contrato porque estoy necesitado. No me gustan ni los tatuajes, ni los piercings ni el pelo largo". Eso lo puedo entender perfectamente, aunque no me parezca apropiado decírselo a la persona a la que vas a contratar, ya empiezas en un ambiente bastante tenso. Bien, hasta setiembre todo fue más o menos correcto;  Montse venía cuando se terminaba el servicio y entre Josep y yo no había ningún problema, es más, él mismo me dijo que estaba muy contento con mi servicio, que era "el Messi de los camareros" y que se alegraba de haberme contratado. Desafortunadamente, en setiembre me atropelló un coche y claro, tuve que coger la baja. Pues me despidieron, eso sí, me aseguraron que cuando cogiera el alta tendría empleo de 8 horas. 
El día que le fui a llevar el alta, después de dos meses, el señor Josep me dijo: "¿te has engordado estos meses, eh? Ya se nota, se te ha puesto un culo..." Lo envié directamente a la mierda y me fui, después escribí la entrada de Hoy has venido a verme. Gracias, era justo lo que necesitaba después de haber estado dos malditos meses sin poder hacer nada, muy amable.
Cuando empecé a trabajar otra vez no sabía ni qué horario tenía, no me lo dijeron hasta pasadas unas semanas. Además, tenía que partirme las funciones con Montse, pues ella ya volvía a estar en activo. Nunca supe qué era exactamente lo que tenía que hacer. Un día le pregunté  cómo nos íbamos a dividir el trabajo y me respondió con un bufido seguido de un "no sé". "Pon el pan y la bebida y ya veremos". Ok, esa es mi función... (una de ellas, claro) pues más de una vez he llevado el pan y la bebida y me he quedado con cara de gilipollas al ver que el cliente ya lo tenía puesto. Humillación número... éso sólo es un ejemplo de miles.
A todo ésto, Josep no me hablaba ni me miraba a la cara, así que un día hablé con él y le dije que era muy incómodo trabajar así cuando la comunicación es primordial en este empleo. Le pedí que intentáramos dejar a un lado los problemas personales, pero que no me había parecido correcto su comentario. Él me dijo que profesionalmente no tenía ningún problema  pero que no me iba a hablar, que no era su problema cómo me tomaba yo las cosas, que él podía decir lo que quería y que le daba igual si causaba algún tipo malestar. 
Los días fueron pasando y para empeorar la situación, Montse no me hablaba, no me miraba y no me dejaba hacer nada: ni llevar platos, ni recoger, ni hacer cafés ni cobrar a los clientes o me dejaba  todo el trabajo a mí y claro, no daba a basto.  Cuando hacía aguna de estas cosas venía corriendo a chillarme que lo estaba haciendo mal, que no lo sabía hacer y que no lo hiciera más.
El día que tenían que pagarme escuché a Montse decir que estaba harta de mí y que "no le salía cuenta". Me iba a putear hasta que me fuera. Cada día era peor que el anterior. Hasta hoy. Hoy ha sido el último insulto que aguanto, la última mala cara, la última mala contestación y la última humillación que sufro en ese cuchitril de restaurante.

Estoy harta de la gente amargada que te trata mal para sentirse superior, para sentir que su vida vale una mierda. No vales nada y por mucho que me insultes y humilles no valdrás más.
Estoy harta de aguantar y callar, de echármelo todo a las espaldas, de tener ansiedad antes de ir a trabajar y de llegar a casa deprimida. Estoy harta de aguantar. Estoy harta de tener que aguantar a gente tóxica. Estoy harta de ser buena y de que me traten como si fuera gilipollas.


No necesito que nadie me maltrate más de lo que ya me maltrato yo misma.

Mire Taurendilmë