Mostrando entradas con la etiqueta engordar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta engordar. Mostrar todas las entradas

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Cada centímetro de mi cuerpo.

La parte más dura de un Trastorno Alimenticio es la que no se ve.

Me gusta mirar fotos. A través de ellas revives lo que un día fue, por un momento vuelves a estar ahí, vuelves a sentir la brisa acariciando tu piel, a escuchar las risas de las personas que te rodeaban, vuelves a besar a quien fue importante para ti.

Ayer me puse a mirar fotos. Cuando tienes una amiga como Ana, tu cuerpo es una obsesión, tu vida gira a su alrededor,  así que tengo miles de fotos de mi "progreso" y, por lo tanto, tengo ciertas carpetas "prohibidas" que no debo mirar. Pero ayer lo hice. Ayer vi todas y cada una de las fotos, me vi consumiéndome poco a poco, pero lo añoré. Deseé volver a tener ese cuerpo, aunque ello significara vivir mareada, tener amenorrea, que se me cayera el pelo,  hacer ejercicio durante 2 o 3 horas al día y disminuir las calorías al máximo. Ese deseo me decepcionó. Me decepcionó porque no me valoro. No me acepto, esa es la realidad. No estoy recuperada.

Esta enfermedad es un tormento. Es una lucha diaria contra ti misma, es una lucha entre tu pasado y tu presente, entre lo que quieres y lo que eres. esta enfermedad es el desequilibrio materializado. Tu cuerpo ya no es anoréxico pero tu mente sí.
Tienes dismorfia, no sabes cómo eres, no sabes qué forma tiene tu cuerpo, no sabes si estás gorda o es producto de tu mente. Sólo quieres adelgazar, como si eso te fuera  hacer feliz! Pero la verdad es esa, si no te ves delgada no estás bien.






















Me decepcioné porque estoy tan sumergida en esta lacra de sociedad que deseé  y añoré tener ese cuerpo, pese a todo lo que ello conlleva. Me decepcioné porque igualé mi valía a la talla de mi pantalón y eso no tiene nada que ver. 

Ésto  no es un antes y un después, es un durante.









 







 Y ésta soy yo hoy. Ya no me caben mis pantalones de la talla 34, ni los de la 36. Donde antes había hueso ahora hay carne, músculo y grasa. Cuando me siento me salen rollitos y mis piernas a veces se tocan. Mi cara es más redonda y mis brazos ya no son palillos. Pero éste es el cuerpo que me permite trabajar como camarera, ir de un lado a otro cargando con una bandeja, entrenar cada día, hacer rutas de mountain bike de 70 km, hacer el Camino de Santiago en bici, hacer yoga, intentar superarme día a día... en definitiva, es el cuerpo que me permite vivir y debería apreciarlo por ello.

¿Soy más feliz? No, porque aún no me acepto a mí misma, pero sé que estoy en camino, o al menos lo intentaré. El camino me da miedo, muchísimo miedo. Tengo miedo de engordar, tengo miedo de adelgazar, tengo miedo al ejercicio, a la comida, a los pensamientos obsesivos, al control, al descontrol, tengo miedo a la confianza. Tengo miedo de volver a caer.
Es triste que miles de chicas y chicos hayan pasado o estén pasando por lo mismo, los trastornos alimenticios son una enfermedad de la sociedad, se contagian como un virus y puede ser letal. Ojalá me respetara a mí misma como cualquiera se merece. Ojalá no me diera asco y lástima mirarme al espejo. Ojalá algún día me pueda perdonar todo el daño que me he hecho.

Mire Taurendilmë

viernes, 28 de octubre de 2016

Hoy has vuelto. Carta a un antiguo amor.


Hoy has vuelto. Hoy has venido a verme. Te has presentado sin avisar, has entrado en mi vida arrasando con todo, tomándote libertades que ya no te pertenecen.
En otro momento te hubiera acogido con los brazos abiertos, a ti, a tu dolor y a tu desesperación. Pero sabes qué? No te he echado de menos. 

En cierto modo siempre has estado conmigo, por muy lejos que intentara huir, por muy fuerte que intentara ser. Siempre he sabido que te escondías al otro lado del espejo, observándome en silencio, esperando el momento perfecto para salir. Hoy lo has conseguido. Hoy has vuelto. Hoy me has encontrado.


Hoy has vuelto a clavar tus oscuros y vacíos ojos en mí. Hoy me has abrazado con tu halo de agonía otra vez. Hoy me has acariciado con tus cuchillas la piel, como hacías antaño. "Para que me recuerdes"-decías. Y luego me lavabas las heridas con tus lágrimas, aunque ya era demasiado tarde para curarlas.
Hoy me has asfixiado de nuevo. "Te quito la vida, pero te regalo mi amor"-decías. Y luego besabas las marcas que habían dejado tus manos sobre mi cuello, aunque ya era demasiado tarde para devolverme el aliento.
Hoy has vuelto a arrastrarme a tu sucio y profundo agujero, donde pasábamos las noches emborrachándonos en dolor, fumándonos la vida, atormentándonos y maltratándonos. 
Hoy has vuelto  a amordazarme para que no pudiera chillar. Hoy has vuelto a encadenarme para que no pudiera huir. Hoy has vuelto a colgar la soga de la lámpara. Hoy has vuelto. Hoy has venido a verme.


















Mire Taurendilmë