Me gusta mirar fotos. A través de ellas revives lo que un día fue, por un momento vuelves a estar ahí, vuelves a sentir la brisa acariciando tu piel, a escuchar las risas de las personas que te rodeaban, vuelves a besar a quien fue importante para ti.
Ayer me puse a mirar fotos. Cuando tienes una amiga como Ana, tu cuerpo es una obsesión, tu vida gira a su alrededor, así que tengo miles de fotos de mi "progreso" y, por lo tanto, tengo ciertas carpetas "prohibidas" que no debo mirar. Pero ayer lo hice. Ayer vi todas y cada una de las fotos, me vi consumiéndome poco a poco, pero lo añoré. Deseé volver a tener ese cuerpo, aunque ello significara vivir mareada, tener amenorrea, que se me cayera el pelo, hacer ejercicio durante 2 o 3 horas al día y disminuir las calorías al máximo. Ese deseo me decepcionó. Me decepcionó porque no me valoro. No me acepto, esa es la realidad. No estoy recuperada.
Esta enfermedad es un tormento. Es una lucha diaria contra ti misma, es una lucha entre tu pasado y tu presente, entre lo que quieres y lo que eres. esta enfermedad es el desequilibrio materializado. Tu cuerpo ya no es anoréxico pero tu mente sí.
Tienes dismorfia, no sabes cómo eres, no sabes qué forma tiene tu cuerpo, no sabes si estás gorda o es producto de tu mente. Sólo quieres adelgazar, como si eso te fuera hacer feliz! Pero la verdad es esa, si no te ves delgada no estás bien.


Me decepcioné porque estoy tan sumergida en esta lacra de sociedad que deseé y añoré tener ese cuerpo, pese a todo lo que ello conlleva. Me decepcioné porque igualé mi valía a la talla de mi pantalón y eso no tiene nada que ver.
Ésto no es un antes y un después, es un durante.


Y ésta soy yo hoy. Ya no me caben mis pantalones de la talla 34, ni los de la 36. Donde antes había hueso ahora hay carne, músculo y grasa. Cuando me siento me salen rollitos y mis piernas a veces se tocan. Mi cara es más redonda y mis brazos ya no son palillos. Pero éste es el cuerpo que me permite trabajar como camarera, ir de un lado a otro cargando con una bandeja, entrenar cada día, hacer rutas de mountain bike de 70 km, hacer el Camino de Santiago en bici, hacer yoga, intentar superarme día a día... en definitiva, es el cuerpo que me permite vivir y debería apreciarlo por ello.
¿Soy más feliz? No, porque aún no me acepto a mí misma, pero sé que estoy en camino, o al menos lo intentaré. El camino me da miedo, muchísimo miedo. Tengo miedo de engordar, tengo miedo de adelgazar, tengo miedo al ejercicio, a la comida, a los pensamientos obsesivos, al control, al descontrol, tengo miedo a la confianza. Tengo miedo de volver a caer.
Es triste que miles de chicas y chicos hayan pasado o estén pasando por lo mismo, los trastornos alimenticios son una enfermedad de la sociedad, se contagian como un virus y puede ser letal. Ojalá me respetara a mí misma como cualquiera se merece. Ojalá no me diera asco y lástima mirarme al espejo. Ojalá algún día me pueda perdonar todo el daño que me he hecho.
Mire Taurendilmë
Todo lo que podamos hacer para que te sientas mejor contigo misma aquí estaremos! Apoyándote :D Un abrazo Mireia!!!
ResponderEliminarsoc el Josep :D
EliminarLo estas logrando. No te rindas guerrera.
ResponderEliminarNo te fuerces. Escucha a tu cuerpo y el espíritu cuando hablan, deja de lado la mente y los estímulos que el entorno proviniente del sistema no cesa de disparar.
Escucha la Luna, la Naturaleza.
Te comprendo y te apoyo.
Se que es tener miedo. Se que es dudar...
Tiene solución y los estás consiguiendo.
Un fuerte abrazo!
(Julia)
Anims floreta, recorda que tu pots, es un proces llarg, pero sortiras endavant, sempre s'ha de mirar endavant, mai enrera, amb decisio
ResponderEliminarSi algun dia vols parlar ja saps on estic i sino quan ens trobem pel carrer em preguntes quin dia em va be quedar
Petonets de floretes
Marta