sábado, 31 de diciembre de 2016

A un amor perdido.

Hoy te dedico estas líneas porque estoy aprendiendo a soltar, a dejar ir. No te recrimino nada, simplemente me libero de cierto peso que llevo encima.
Estas líneas pretenden ser una despedida, un velo echado al pasado. Me cuesta partir, pero ambos debemos marchar.

Nuestra historia comenzó cuando unos cambiadores de caminos decidieron entrecruzar nuestros destinos. Pasamos casi 1100 días juntos; algunos fueron mejores y otros peores pero todos estuvieron llenos de magia. 
Te presentaste en mi vida como un fauno, ilusionista y artífice sueños. Me abriste la puerta a un mundo desconocido, lleno de música, naturaleza, lluvia, piedra y musgo; pero lo más importante para mí, también encontraste la llave que abría mi mundo interior, esa llave que había enterrado hacía tantísimo tiempo en algún paraje recóndito de mi imaginación. Juntos creamos una historia con olor a incienso y hojas mojadas y elegimos al viento como director de orquesta.  Juntos reímos y lloramos, nos amamos y nos destruímos... juntos vivimos y morimos. 
Juntos descubrimos este mundo y otros que se esconden más allá de la realidad, juntos hemos cruzado el tiempo y el espacio; juntos hemos sido historia y nuestras aventuras resonarán por siempre en la eternidad.


No te voy a engañar, en mi alma aún hay rencor y dolor. Un dolor que escondí pero que no pude hacer desaparecer. Siento no poder perdonarte aún, porque te quiero. Ya no es un amor latente, es un amor apaciguado, perdido por lo que fue... pero amor al fin y al cabo.

Tengo la sensación de que nuestras almas ya se han enseñado todo lo que podían enseñarse en esta vida, tengo la sensación de que aquí se termina nuestro viaje; los cambiadores de caminos alejan nuestros destinos. Pero también estoy segura de que  nuestras almas se volverán a encontrar como ya han hecho antes y entonces se sabrán apreciar más de lo que lo hicimos en esta vida. 

Aristóteles decía que el amor está compuesto de una sola alma que habita en dos cuerpos, yo no lo creo así y tú tampoco, pero sí creo que siempre que amas a alguien queda algo de su alma en ti y algo de la tuya en ella. Mi alma siempre tendrá un poco de ti. 

Buen viaje y recuerda, sólo queda lo bueno.


Mire Taurendilmë

viernes, 23 de diciembre de 2016

Con sinceridad, tu hija.


Me pregunto si me leerás. Me pregunto qué sentirás (si es que sientes algo) al saber que tu hija está torpemente intentando unir el alma que hiciste pedazos...

Hoy hace 22 años que respiré por primera vez. Me pregunto si habrás pensado en mí. Me pregunto si habrás pensado en cómo me encuentro, en cómo he pasado estos últimos 10 años. Ya casi hace más que no te conozco de lo que hace que te conozco. Han pasado 10 años desde que te fuiste, 10 años desde que me dijiste "encara que marxi sempre seràs la meva nena". Qué fácil es engañar a una cría de 12 años. Qué fácil es romperle el corazón. Qué fácil te ha resultado abandonarme.
A mí no me ha resultado fácil vivir sin ti.

Verás, siempre fuiste mi héroe, te admiraba como jamás había admirado nada. Recuerdo sentarme en el suelo de la habitación y mirarte mientras jugabas al ordenador. ¡Me podía pasar horas! y éso me hacía feliz. Recuerdo pasar tardes escuchando música contigo. Recuerdo preguntarte mil cosas sobre el inglés- mi pasión por esa lengua te la debo a ti. Aprendía cada vez que te observaba. Recuerdo los "cap de totxo". Recuerdo jugar encima de tu pecho y preguntarte por qué tenías un agujero ahí... Pero la verdad es que la mayor parte de mis recuerdos se han desvanecido. Supongo que mi mente está borrando aquello que hace tiempo desapareció: Tú. Aún así, jamás podrá borrar tu ausencia, las lágrimas derramadas por ti; el dolor que sentía cada vez que no me llamabas, que no me venías a ver, que no te preocupabas por saber cómo estaba...

Cuando te fuiste te llevaste una parte de mí y esa parte jamás la voy a recuperar. Siempre me va a faltar algo, siempre me vas a faltar tú en mis recuerdos. Lo peor de todo es que te has ido por voluntad propia, eso es lo que me resulta más desgarrador. Te fuiste porque no querías estar. no querías estar cuando obtuve matrícula de honor, no querías estar cuando elegí una carrera, no querías estar cuando me fui a vivir sola a Irlanda, no querías estar cuando conseguí mi primer trabajo, cuando me hice mi primer tatuaje, cuando me enamoré por primera vez y me rompieron el corazón. No querías estar cuando sufrí bullying, no querías estar cuando me insultaban por la calle y me amenazaban, no querías estar cuando tuve anorexia y no querías estar cuando me quería morir.

Siento tantas cosas cuando pienso en ti que no sé ni cómo expresarme. Siento lástima por esa niña de 13 años que se pasaba las noches llorando porque su padre no la había llamado. Siento lástima por esa cría que perdió parte de su infancia por tener que madurar de golpe. Siento rabia porque me abandonaste y me reemplazaste por unos niños que ni si quiera son de tu sangre. Siento rabia porque has pasado 10 malditos años cuidándolos y a mí no me has llamado ni 5 veces. Me doy pena por haberte dado otra oportunidad de romperme por dentro y me das pena por haberlo hecho.
Estoy llena de odio y rencor por tu culpa. Tú te quedaste una parte de mi luz y a cambio me dejaste con ésto. Jamás te voy a perdonar haberme arrebatado una parte de mi vida.

Con sinceridad,

             tu hija.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Cada centímetro de mi cuerpo.

La parte más dura de un Trastorno Alimenticio es la que no se ve.

Me gusta mirar fotos. A través de ellas revives lo que un día fue, por un momento vuelves a estar ahí, vuelves a sentir la brisa acariciando tu piel, a escuchar las risas de las personas que te rodeaban, vuelves a besar a quien fue importante para ti.

Ayer me puse a mirar fotos. Cuando tienes una amiga como Ana, tu cuerpo es una obsesión, tu vida gira a su alrededor,  así que tengo miles de fotos de mi "progreso" y, por lo tanto, tengo ciertas carpetas "prohibidas" que no debo mirar. Pero ayer lo hice. Ayer vi todas y cada una de las fotos, me vi consumiéndome poco a poco, pero lo añoré. Deseé volver a tener ese cuerpo, aunque ello significara vivir mareada, tener amenorrea, que se me cayera el pelo,  hacer ejercicio durante 2 o 3 horas al día y disminuir las calorías al máximo. Ese deseo me decepcionó. Me decepcionó porque no me valoro. No me acepto, esa es la realidad. No estoy recuperada.

Esta enfermedad es un tormento. Es una lucha diaria contra ti misma, es una lucha entre tu pasado y tu presente, entre lo que quieres y lo que eres. esta enfermedad es el desequilibrio materializado. Tu cuerpo ya no es anoréxico pero tu mente sí.
Tienes dismorfia, no sabes cómo eres, no sabes qué forma tiene tu cuerpo, no sabes si estás gorda o es producto de tu mente. Sólo quieres adelgazar, como si eso te fuera  hacer feliz! Pero la verdad es esa, si no te ves delgada no estás bien.






















Me decepcioné porque estoy tan sumergida en esta lacra de sociedad que deseé  y añoré tener ese cuerpo, pese a todo lo que ello conlleva. Me decepcioné porque igualé mi valía a la talla de mi pantalón y eso no tiene nada que ver. 

Ésto  no es un antes y un después, es un durante.









 







 Y ésta soy yo hoy. Ya no me caben mis pantalones de la talla 34, ni los de la 36. Donde antes había hueso ahora hay carne, músculo y grasa. Cuando me siento me salen rollitos y mis piernas a veces se tocan. Mi cara es más redonda y mis brazos ya no son palillos. Pero éste es el cuerpo que me permite trabajar como camarera, ir de un lado a otro cargando con una bandeja, entrenar cada día, hacer rutas de mountain bike de 70 km, hacer el Camino de Santiago en bici, hacer yoga, intentar superarme día a día... en definitiva, es el cuerpo que me permite vivir y debería apreciarlo por ello.

¿Soy más feliz? No, porque aún no me acepto a mí misma, pero sé que estoy en camino, o al menos lo intentaré. El camino me da miedo, muchísimo miedo. Tengo miedo de engordar, tengo miedo de adelgazar, tengo miedo al ejercicio, a la comida, a los pensamientos obsesivos, al control, al descontrol, tengo miedo a la confianza. Tengo miedo de volver a caer.
Es triste que miles de chicas y chicos hayan pasado o estén pasando por lo mismo, los trastornos alimenticios son una enfermedad de la sociedad, se contagian como un virus y puede ser letal. Ojalá me respetara a mí misma como cualquiera se merece. Ojalá no me diera asco y lástima mirarme al espejo. Ojalá algún día me pueda perdonar todo el daño que me he hecho.

Mire Taurendilmë

sábado, 3 de diciembre de 2016

El abismo.



¿Sabes lo que es amanecer con la oscura sensación de no saber si estás vivo?
¿Sabes lo que es que los latidos de tu propio corazón no te dejen dormir?
¿Sabes lo que es despertarte en medio de la noche entre chillidos afónicos?
¿Sabes lo que es tener un monstruo carcomiéndote por dentro? Notar como se abre paso a través de tu pecho, desgarrándote y engulléndote lentamente?


¿Sabes lo que es sentir que tu cuerpo no te pertence? Sentir que no estás dentro de él, sentir que estás lejos, pero verte encadenado eternamente  a su lado?
¿Sabes lo que es sentir que estás dividido sin conocer qué es lo que te divide ni en qué?
¿Sabes lo que es luchar día a día contra tu propio "yo"?
¿Sabes lo que es no recordar quién eres, o quién has sido?



"Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en un monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti."

Hay gente que nace con un abismo en su interior. Al principio es pequeñito, como la personita. Nadie se da cuenta de que está ahí, como una mota de polvo, pero con el tiempo ese oscuro agujero se va haciendo más y más grande y la personita empieza a notar que hay algo que no funciona bien dentro de su interior. Tiene miedo del agujero, así que lo esconde bajo una sábana de colores y hace como si no existiera. Pero ella sabe que siempre está ahí y jamás la abandona. La observa de cerca, la vigila y la controla cuando nadie mira.


La gente de su alrededor también empieza a sospechar, piensan que está estropeada y que se podrá arreglar, así que la llevan al doctor de mentes. Pero el doctor de mentes no puede hacer nada, el agujero es demasiado profundo y ha llegado a su alma.
Ya no hay personita. Sólo hay dos ojos vacíos mirando a la nada, un cuerpo frío y una sábana de colores.